APOSTOLADO GOSPA REINA DE LA PAZ INTL
HUMILDAD Y CONVERSION
Detalles históricos
La parroquia de Medjugorje está situada en Herzegovina, al sur-oeste de la ciudad de Mostar. El pueblo lleva el nombre de una de las cinco pequeñas aldea que la integran: Medjugorje, Bijakovic, Vionica, Miletina y Surmanci. Forman parte del municipio de Citluk. El nombre deriva de su ubicación geográfica “entre montanas”.
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En Medjugorje viven los croatas, un pueblo antiguo que según historiadores rusos y alemanes tienen origen en las civilizaciones precristianas nacidas en torno al Golfo Pérsico.
Entre las diferentes teorías de la llegada de los croatas a los Balcanes, llama la atención la del emperador de Oriente Constantino Porfirogenet (905-956), según el cual las poblaciones croatas que huían de los Hunos (feroces barbaros) cruzaban los Cárpatos llegando así a los alrededores de lo que hoy ocupa Cracovia (Polonia) donde fundaron la Croacia blanca (deriva del hecho de que los antiguos croatas llamaban con los colores los puntos cardinales del mundo).
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Lejanos de las tierras de origen y en estrecho contacto con diferentes pueblos eslavos, los croatas asimilaron la lengua, las costumbres y la fe politeísta. De acuerdo con el historiador Porfirogenet, cuando Constantinopla fue amenazada por los Avaros, (barbaros), pidió auxilio a las tribus croatas. Siete hermanos condujeron al pueblo croata hasta los Balcanes. Los croatas fueron los vencedores e impusieron su poder a los cristianos, ilirios y romanos haciéndolos sus esclavos, pero el Papa Juan IV (640-642) envió al abad Martin con una fuerte suma de monedas de oro, con el fin de rescatar los restos de los mártires estríanos y dálmatas. La misión del abad fue exitosa e inmediatamente después el Papa envió sacerdotes a convertir a los croatas al cristianismo. Los croatas y las etnias rescatadas se fusionaron.
Convertidos en cristianos, los croatas hicieron votos a San Pedro de que nunca jamás intentarían conquistar otros pueblos y que vivirían en paz con las naciones vecinas, reservándose solo el derecho de defenderse, en nombre de Cristo, en caso de que fuesen atacados.
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Precisamente, es esa fidelidad a la Iglesia Católica y al Papa una de las características más sobresalientes de los medjugorjanos. Durante la cristianización de los Balcanes (1054) tuvo lugar el sisma de Oriente y la iglesia se escindió en dos: la Romana Católica y la Oriental Ortodoxa. Cien años después, la influencia de este cisma se dejó sentir en la diócesis de Trebinje, al este de Medjugorje, al ser conquistada por los serbios quienes comenzaron a rebautizar a los católicos o ‘heréticos latinos’, como denominaban los ortodoxos. La iglesia no reconocía ese bautismo porque consideraban que tenía el mismo valor que el rito católico.
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En el siglo XII, los croatas no tenían un rey o un estado, pero defendían su fe con todas las fuerzas. Rezaban, ayunaban e invocaban a la Santísima Virgen, pidiéndole que intercediera ante Dios para que los protegiera y hacían peregrinaciones hasta Roma buscando la ayuda del Papa.
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Misioneros franciscanos
La iglesia Católica en los Balcanes sufrió un duro golpe, no solo por la expansión de la iglesia Ortodoxa sino porque también tuvo que enfrentarse a sectas heréticas. Fue por eso que el Vaticano decidió enviar a los dominicos y, posteriormente, a los franciscanos. Estos últimos extendieron con éxito su obra pastoral, desde el Mar Negro hasta Dalmacia y desde Istria hasta Budapest.
Pero el periodo de prosperidad y crecimiento del cristianismo se interrumpió cuando cayeron bajo el dominio del Imperio Otomano, primero Bosnia, en 1463, y después Herzegovina en 1482. Los franciscanos tuvieron que esconderse entre las familias y compartir con estas los sacrificios y la miseria. Ellos llegaron a ser el punto de referencia ya sea como sacerdotes, médicos o maestros.
Unidos, lograron mantener viva la fe católica
No todos los croatas de aquellas regiones resistieron a la islamización forzada, llevada a la práctica con ferocidad por los otomanos, mucha gente para no perder todos los bienes, se adhirió al Islam. De ahí el origen de aquellos musulmanes que no se identificaban con los croatas.
El Papa León X definió a los croatas como ‘el baluarte del cristianismo’ pero ese reconocimiento se pagó caro porque ciento de millares perecieron en la guerra contra los turcos y perdieron los territorios centrales y orientales de Bosnia y de Herzegovina.
La tiranía turca acabo después de casi medio siglo, en 1878 y aquellas tierras pasaron primero a la administración de astro-húngara siendo luego formalmente anexadas al imperio.
Los croatas de Herzegovina quedaron separados de Croacia; sin embargo, bajo los austriacos se sintieron moralmente libres de profesar su fe. En aquel periodo se construyeron iglesias, se abrieron escuelas católicas, se pusieron en marcha los seminarios y se inauguraron universidades.
En 1892 se fundó en Mostar la provincia franciscana de la Asunción, a la cual pertenecía la parroquia de Medjugorje que logró su autonomía ese mismo año. Inmediatamente, los frailes se las ingeniaron para construir un nuevo templo, el sitio seleccionado, sin embargo, fue desaconsejado porque estaba ubicado sobre un barranco que con el tiempo destruiría lo construido. Tres décadas después, en efecto, ocurrió lo que se predijo. Y así, durante años, las Eucaristías se celebraban al aire libre durante el verano y, en el sótano de la casa parroquial, durante el invierno.
A finalizar la Primera Guerra Mundial y después de la caída del imperio húngaro nació, con el beneplácito de los aliados, el reino de los serbios, croatas y eslovenos. Siendo coronado el Rey Alejandro, de nacionalidad serbia ortodoxa, emparentado con la casa real inglesa.
Durante todo el periodo de la primera Yugoslavia, la iglesia ortodoxa presionó fuertemente sobre el clero católico para que renunciase a la Santa Sede y al celibato, forzando a utilizar la escritura cirílica y llevar la barba, para asemejarse al clero ortodoxo griego. Los croatas católicos de Hezegovina eran uno de los menos dispuestos a renunciar a la identidad nacional y religiosa preservada con tantos sacrificios en el curso de los siglos. No se dejaron someter y unidos resistieron todos los ataques.
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La Cruz del voto
El párroco fray Bernardin Smolgan hizo la promesa de construir una gran cruz sobre el monte Sipovac en memoria de los 1900 años de la pasión y muerte de Jesús. Con este acto quería consagrar toda su parroquia en manos de Cristo y protegerla de esta manera de toda adversidad.
Los parroquianos acogieron la idea y algunos de ellos transportaron las vigas de madera y las barras de hierro hasta la base de la montaña de 537 metros de altura. El resto de los materiales se transportó a hombros de hombres y mujeres. La cruz de 10 metros de altura fue construida por los maestros de obra locales, en el año 1933. Desde entonces, el monte Sipovac ha sido llamado Krisevac. En el interior de la cruz del voto se colocó una reliquia de la verdadera cruz de Cristo, llevada desde Roma. En el día de la consagración de la cruz hubo una gran procesión de toda la parroquia hasta la cumbre de la montaña.
La gente rezaba el Rosario mientras ascendía sobre el terreno intransitable, pedregoso y lleno de zarazas. El párroco bendijo la cruz y celebró la primera misa. Desde entonces, cada año, el 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Cruz, se celebra en el Krisevac la Santa Misa. Los fieles de la parroquia de Medjugorje no han dejado nunca sola la Cruz, que vigila la población y, desde el principio, se han realizado peregrinaciones silenciosas.
Segunda Guerra Mundial
Antes de la Segunda Guerra Mundial, se inició la construcción de una iglesia, de la cual se decía sería demasiado grande para un pueblo tan pequeño, pero cuentan que el arquitecto dijo que estaba seguro que un día la parroquia se quedaría pequeña para la gran cantidad de gente que acudiría.
Durante la segunda Guerra Mundial, el reino de Yugoslavia estalló en guerra civil. Los croatas después de ocho siglos de dominio extranjero, anhelaban recuperar su estado, los serbios, en cambio, no querían perder sus privilegios y supremacía que habían ejercido sobre los otros pueblos de los Balcanes. Dentro del caos triunfó el comandante Tito, ayudado por el premier británico, Winston Churchill. Esto significó el nacimiento de una “Babel” de seis repúblicas con tres leguas oficiales, dos alfabetos (latino y cirílico), tres religiones (católica, ortodoxa y musulmana). Y todo eso sucedió bajo un régimen comunista ateo, por definición y por ideología enemigo declarado de toda religión, resuelto a dividir para siempre el alma del hombre de Dios.
Al final de la guerra, muchos croatas católicos y con ellos otros pueblos de diferentes nacionalidades y minoría étnica, huyeron a Austria, pero los aliados los enviaron devuelta. Centenares de sacerdotes en Bosnia y Herzegovina fueron masacrados inmediatamente después de la guerra. Todas las posesiones de la Iglesia fueron confiscadas y los sacerdotes condenados a la miseria. Los años siguientes fueron muy difíciles para los creyentes.
La convivencia entre ortodoxos y católicos durante la post- guerra yugoslava no era fácil aunque había matrimonios mixtos. Los hijos no eran educados en ninguna de las dos religiones. En Herzegovina occidental estos matrimonios no eran muy numerosos. Allí, los fieles permanecían fieles a Jesucristo, a la Virgen y a su credo. Las autoridades gubernamentales asesinaron a casi 17 mil creyentes de la diócesis de Mostar-Duvno, a la cual pertenecía Medjugorje.
Los comunistas habían descuidado económicamente toda Herzegovina occidental, razón por la cual al comienzo de la década de 1960 los croatas se vieron obligados a buscar trabajo en Alemania, Austria, Suecia, Australia y América.
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Los años pasaron y la obra de la iglesia, que había comenzado antes de la guerra, estaba detenida a la altura de los cimientos y sobre ellos crecía la hierba. La solicitud de continuar con la construcción de la misma fue sistemáticamente rechazada por las autoridades hasta 1966. Apenas obtenido el permiso todos los parroquianos participaron en su construcción, algunos con su trabajo, otros con dinero. Importantes aportes llegaron de aquellos que trabajaban en el extranjero o que habían emigrado. De esa manera, se erigió la parroquia con los dos campanarios. Tanto la antigua iglesia como la actual fueron dedicadas a Santiago Apóstol, protector de los peregrinos, mediador entre Dios y los hombres.
Al final de la década de 1960, en ninguna de las cinco aldeas de Medjugorje era fácil vivir, los medjugorjanos trabajaban duro en las viñas y en los campos de tabaco. Subían a las montañas a pastorear las ovejas. Cuando al mediodía replicaban las campanas, se paraban con las herramientas en mano y decían en voz alta: “Bendito sea Dios y San Santiago”, se hacían la señal de la cruz y rezan el Ángelus. En honor a los difuntos rezan un Padre Nuestro, Ave María y un Gloria, después comían y regresaban al trabajo.
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Los habitantes de Medjugorje no se imaginaban que la Virgen María habría de aparecerse entre ellos.
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Tomado del libro María nos llama desde Medjugorje. Mirjana Stanislava Vasilj